Cuerpos en cámara

Graciela Taquini

 

Una vez más se produce un encuentro excepcional entre una coreógrafa y un cineasta. Como ya lo hicieran en otra ocasión con un trabajo anterior, “Crazy”, en una continuidad estética y temática, Mariana Blutrach y Daniel Böhm se han reunido para producir otro corto: “interior.baño.noche” que es mucho más que un video-danza, sino que es más bien una narración sobre tomas de decisiones que trascienden lo individual, que plantea los intentos, siempre conflictivos, de conectarnos con la otredad y enfrentarnos a nuestros propios fantasmas.


Su título remite a las indicaciones cinematográficas de un guionista para describir una locación. Sin embargo en este caso específico, lo literal se trasmuta en metáfora.


Interior no sólo se refiere a que estamos adentro de una casa y que será necesario atenerse a los desafíos de iluminar un determinado lugar, en este caso oscuro y pequeño, sino que alude a un adentro tanto espacial como emocional. "Quisimos meter al espectador allí, no sólo en la casa sino dentro de los personajes, gracias a subjetividad macro que capta el cine y que es imposible detentar en un teatro”, dice Blutrach. La cámara fluida de Daniel Böhm, que posee una particular sensibilidad para tratar el universo femenino, también coreografía y busca, a través de la articulación de planos, encontrar otros interiores, casi bermagnianos.


El baño es el ámbito de lo íntimo, de lo privado, de lo biológico más primario; a la vez es el locus de la limpieza, de la pureza, de las abluciones. Ha sido escenario de coreografías brillantes tanto nacionales como extranjeras y de las obsesiones de Peter Greenaway, entre otros. La dupla Bohm - Blutrach eligió el baño de su casa para representar el refugio que busca la protagonista para estar obsesivamente sola. Es el único espacio de la acción que conecta, a través de una ventana, con el afuera, con el mundo verde y esperanzado de la naturaleza.

La noche es el momento las pesadillas, de las angustias más irracionales. De los miedos más ancestrales. Noche de sueños horribles, o de desvelos angustiantes. Noche del tiempo y noche del alma.


En ese espacio está ella, su cuerpo se agita, la cámara la sigue; no estamos ante la distancia que implicaría un escenario sino que cada movimiento está concebido para una puesta de cámara, para un punto de vista siempre móvil, siempre micro, lleno de detalles y primeros planos. Ventanas, puertas, escaleras; los artefactos del baño poseen una función relevante lo mismo que el sonido y la música. Se ignora qué le ha ocurrido a esta mujer, jamás se sabrá que es lo que la angustia, sólo se siente una honda empatía. Y a la vez algo ominoso subyace todo el tiempo. Esta mujer encuentra juguetes, rueda por el piso, se introduce en una bañadera casi como en una tumba, vuelve a una posición fetal: renace.


Pero ella no está sola, del otro lado de la puerta del baño, dentro de la casa, está él, un hombre que intenta comunicarse con ella, sacarla de su onanismo, de su autismo, de sí misma a través del amor. Hay otro afuera, que no es el de la naturaleza sino el de los sentimientos, el de la comunicación con el otro que Blutrach transforma en un desgarrante pas de deux.


La obra fue concebida partiendo de sensaciones, acciones e imágenes, respiraciones, jadeos, sonidos de agua y roces, la energía del cuerpo moviéndose en un espacio acotado, hasta desarrollar algo parecido a un guión cinematográfico, construido entre coreógrafa y director.

A posteriori vino la invención del movimiento, un trabajo colaborativo con la bailarina, que duró nueve meses. La creatividad y el dominio del lenguaje cinematográfico de Daniel Böhm fue incorporando estos materiales para la construcción del producto final.


“interior.baño.noche” es una obra de cámara, hecha especialmente para la cámara.